miércoles, 26 de enero de 2011

26 DE ENERO

He estado en el Monte Kenia. Necesitaba un respiro. Un poco de mis montañas.
Para los Embu, Meru y Kikuyos, el monte Kenia es la casa de su Dios. Salí el sábado y regrese ayer. Mi "expedición" era un poco atípica. Eran todos negros menos yo. Al contrario que el resto, eran todos blancos menos los porteadores y guías.
Contrastes. Nosotros, los turistas, con unas super equipaciones. Y ellos con unas mochilas y botas que yo creo que las de mis padres en sus tiempos mozos eran mejores. Incluso he visto  a porteadores con botas de agua. La manera de subir de David, el guía, tira por tierra un montón de mitos. Ocurría lo mismo en la Cordillera Blanca en Perú, donde porteadores de 40 kg de peso, se echaban a las espaldas 50 kg de carga y ascendían pendientes en zapatillas de deporte: la adaptación al medio. Nosotros estamos fuera. Es como si a un jugador de baloncesto le ponen a hacer gimnasia rítmica.

Ellos se adaptan, sin más. No sólo aquí, no David o Isaac, los porteadores o el guía, que son los afortunados. El resto. La inmensa mayoría. Se adaptan a las miserias, al hambre, a las dificultades. El africano se adapta a todo aquello que le es enviado. Yo les miro, tendidos en las esquinas, sentados en los tenderetes de los mercados, apoyados en la pared, sentados en el matato, esperándolo. Con el rostro impasible y la mirada perdida. Solamente permaneciendo allí.

Intentas adivinar dos puntos, ¿estará esperando a alguien?, ¿busca algo?, ¿está sólo? ¿espera algo?

Hemos subido el Lenania que tiene 4985 metros. No había estado tan alta nunca. Y sin mal de altura. Solo dolor de cabeza. Con una aspirina como nueva.

La montaña, como siempre, me hace desconectar. En ésta ,a diferencia de la Sierra de Guadarrama en Madrid,  que como mucho te puedes encontrar con vacas, y con algún zorro si tienes mucha suerte, te puedes encontrar con elefantes y leopardos. Pero yo solo oí a los elefantes y porque me lo dijeron.

Y me sigo preguntando si alguna vez conseguiremos ver como normal a los negros en sitios de blancos y al revés a los blancos en sitios de negros. No servirán antes a un blanco que a un negro en un restaurante, ni querrán cobrar más a  un blanco por ser blanco.
Porque sigue sorprendiendo. A los negros con los que iba, los blancos les miraban con disimulo, hasta una pobre mujer se cambio de litera porque Boni estaba arriba. Y a mi me siguen mirando en los matatos y mercados, sin disimulo, preguntándose también esta blanca que hace aquí.

2 comentarios:

  1. Yo creo que sí, quiero confiar en ello...creo que necesito creérmelo para estar tranquila, que llegará el momento en que no seamos tan estúpidos como para fijarnos en lo de fuera (color de piel, rasgos, color de ojos, de pelo...)y mirar dentro, como decían en la película de Avatar "te veo", con ese sentido.
    El monte es una pasada, da envidia ver la foto estando en Madrid!
    Gracias Amaya

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  2. GRACIAS.... AMAYA AGRADECE TODOS LOS COMENTARIOS DE ÁNIMO QUE RECIBE.
    YO, JOSÉ LUIS. PUEDO COMENTAR COMO DICE LA CANCIÓN..."SIEMPRE SALE SOL...."

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