lunes, 7 de febrero de 2011

4 DE FEBRERO

Hoy ha sido un día de despedidas. Los españoles se iban. Hemos ido al cole y al dispensario.
En el cole una nube de angelitos negros (como los llama mi madre) derrochan cariño en cuanto te ven aparecer. Te cogen de la mano, te acarician, esbozan sonrisas que son peldaños hacia el arcoíris. En el dispensario una de estas imágenes que te arrancan una carcajada. Esperando a las enfermeras hemos visto salir a una abuelita con unas gafas de esas de rompetechos. La abuelilla las llevaba puestas toda orgullosa, pero la pobre iba a tientas, casi se tropieza. Y es que los españoles han traído un cargamento de gafas de esas que nosotros ya no queremos. Aquí tienen bastantes problemas con los ojos por el polvo y si a eso le añades la edad: cataratas, vista cansada..... En cuanto han visto las gafas las quieren a toda costa, aunque lo que tengan sea vista cansada y las gafas sean para la miopía.
 De camino al aeropuerto comentamos la “fiesta”. Había cabra y cerveza. Para ellos lo de la cabra es como un rito muy importante. El vecino tiene cabras. La fuimos a elegir. Yo decidí a medio camino darme la vuelta porque no me hacía gracia eso de ver como al animalito lo llevábamos a su muerte. Sé que es una tontería, porque en realidad soy la primera que se come un filete, pero es lo que tiene haberse criado en la ciudad. No quise tampoco ver el ritual. Según me contaron la cortan el cuello y se beben la sangre. La cortan, la limpian y luego al fuego.
Esa noche fuera del fuego hacía frío. Aunque no os lo creáis: en África también hace frío. A mi se me cayó un mito: esa imagen en blanco y negro de las películas de Tarzán en las que el explorador blanco con un gorro tipo safari, como los que ahora venden aquí de souvenir, se derrite empapado en sudor, es mentira. Nos vamos a la cama una vez terminada la cerveza y la cabra. Miro hacia el cielo. Noche africana cuajada de estrellas.
Besos y abrazos de despedida. Nos veremos en Madrid. Han sido dos semanas de compartir experiencia africana y eso une mucho. Los echaré de menos.

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