miércoles, 23 de febrero de 2011

18 DE FEBRERO

Este último fin de semana (porque el que viene serán despedidas) me he venido a Lamu. Lamu es una isla en el océano Índico que tiene un aire especial. Aquí parece haberse detenido el tiempo. Akuna Matata.
Sólo hay un coche en toda la isla, y por supuesto no hay carreteras, cosa que me ha encantado. Pero eso si hay muchos burros. En vez de carreras de caballos celebran carreras de burros, por poquito me lo he perdido porque empiezan el martes y me voy el lunes. No es que yo tenga especial interés en verlas pero el de la guest house tenía tanta ilusión en que las viera que me ha dado pena.
La vida aquí sigue siendo difícil, aunque hay casas impresionantes en Sheila beach, una playa que está a 45 minutos andando de Lamu, la pobreza es extrema.
La gente se intenta ganar el pan como puede. Con la pesca, o el turismo, vendiendo refrescos o arreglando sandalias, cocinando mandazi o vendiendo samosas en la playa, pintando con hena o dando clases de cocina suajili.
Vida muy sencilla. Jambo. Bienvenidos. Gente muy amable.
Lamu town es como cualquier medina en Marruecos (y me imagino que como en cualquier país musulmán, pero Marruecos es lo que conozco). Hay una mezcla curiosa de lo africano y lo musulmán. Sentada en la plaza escuchaba música africana de fondo pero mis ojos no dejaban de ver pasar mujeres con bui bui y ninja y a hombres con kanzu. Es la cultura suajili. No te aburres, es imposible, porque cada lugar al que miras tienes una escena que te llama la atención por lo diferente. Sería imposible describirlas todas.
Que tendrán las islas que tienen ese sabor especial, ese ritmo. Pasa con todas, cada una a su manera. Y los que venimos de fuera tardamos poco en adaptarnos.

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